Difícilmente la seguridad de los dispositivos inteligentes se pone en duda, pero esto no los excluye de ser susceptibles a ataques."

Cada día escuchamos con mayor frecuencia el término "Internet de las cosas" y esto no es una coincidencia, ya que en los próximos cinco años se espera que el IOT (como también se conoce) experimente un crecimiento exponencial y se posicione como una de las cinco industrias con mayor expansión.

¿Qué es el IOT?

El IoT se refiere a los dispositivos que, sin necesidad de interacción directa del usuario, pueden conectarse a internet para compartir la información que recopilan del entorno y en algunos casos, tomar decisiones de manera autónoma de acuerdo con su programación.

El internet de las cosas mejora su eficiencia y comodidad en diversos aspectos de la vida cotidiana, por lo que su uso se ha vuelto cada vez más común tanto para hogares como para las organizaciones. Por ejemplo, un estudio realizado por The CIU en el año 2021 demuestra que, al menos el 1.2% de internautas mexicanos, cuentan con un asistente de voz como Alexa o Google Assistant, lo que representa 1.3 millones de dispositivos IoT.

Pero el uso de IoT, claramente no está limitado a los asistentes de voz. Hoy en día conocemos muchos "objetos inteligentes" como lavadoras, refrigeradores, televisiones, hogares completos e incluso tenis con sensores que recopilan datos mientras corres, devolviendo información sobre las calorías consumidas, distancias recorridas, entre otros.

Y... ¿Qué hay de malo con todo esto?

En un principio, nada. Todos son beneficios que prometen, en pocas palabras, facilitar nuestra vida diaria. Sin embargo, como usuarios pocas veces nos ponemos a pensar en los riesgos que el uso del IoT implica. Pongamos un ejemplo simple con el uso de Alexa: ¿Qué pasaría si algún ciberdelincuente pudiera acceder a la información recopilada por el asistente?

Estos dispositivos de uso en el hogar, a menudo recopilan información sobre las personas que viven en casa, sus gustos, su lista de compras, sus horarios fuera de casa, su lista de contactos y hasta el número de habitaciones entre otras cosas. Difícilmente la seguridad de los dispositivos inteligentes se pone en duda, pero esto no los excluye de ser susceptibles a ataques.

Por ejemplo, en medio del auge de los vehículos con IoT, el sitio web Wired, publicó en el 2015 que los investigadores Charlie Miller y Chris Valasek, lograron hackear una Jeep Cherokee modelo 2014 y fueron capaces de controlar las salidas de aire, los limpiaparabrisas e incluso acelerar y frenar el vehículo sin que los pedales o controles físicos se activaran o desactivaran de manera manual. Naturalmente el fabricante corrigió la vulnerabilidad con un parche, pero esto deja claro el alcance de los riesgos asociados al IoT.

No podemos omitir la mención de STUXNET, gusano informático que en el 2010 marcó el antes y después de la ciberguerra y cuyo propósito era sabotear los sistemas de control industrial para dañar las plantas nucleares Iraníes enriquecedoras de uranio. Este fue el primer aviso de un malware que podía tener consecuencias materiales en el mundo real y de lo importante que es la seguridad en tecnologías IoT.
Algunos de los riesgos asociados de manera general a los dispositivos IoT son las vulnerabilidades de seguridad, mismas que difícilmente son resueltas debido a falta de actualizaciones por los fabricantes, además las alteraciones físicas que, al final, podrían comprometer la privacidad y con ello los datos personales.

Conclusión

En conclusión, el Internet de las Cosas (IoT) ya está aquí para facilitarnos la vida, imaginar un futuro sin él, carece de sentido y estará más presente cada día. Nuestro trabajo es aprovecharlo, exprimir todas sus cualidades y, lo más importante, tener en mente que cualquier dispositivo conectado a internet puede abrir brechas de seguridad importantes para nuestra organización.

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